Quiso el destino que ese día se conectaran al Chat, la
oferta en Internet era mucho mas amplia
de lo que ellos se imaginaban, pero no tenían otra intención que la de pasar un
rato en compañía. Ella cambió su nombre, no tenía importancia, quizás sólo hablarían
un rato y nunca más, el fue transparente desde el primer momento, le contó su
realidad, estaba sólo y se sentía sólo.
Un diálogo sincero y profundo los fue acercando un poco más,
ella descubrió que el no era un hombre como otros, la dulzura de sus palabras,
el trato respetuoso y su total sinceridad, le generó sensaciones nuevas, el se
sintió atraído por tanta ternura y comprensión, sentían como si se conociesen
desde siempre, y sucedió que durante meses se acariciaron el alma hasta casi el
amanecer.
Se necesitaban, ya no bastaba con verse a través del monitor
o escuchar sus voces en el teléfono, entonces decidieron conocerse
personalmente.
La ilusión los mantuvo despiertos, ninguno de los dos pudo
dormir, la ansiedad y las expectativas los superaban.
Era una noche de marzo, pronto comenzaría el otoño, se
habían citado en una esquina céntrica y aunque el mundo se oponga ella rompió
con sus ataduras y fue a su encuentro, a nadie le contaría esa locura.
Los dos llegaron a la hora pactada, se miraron con los ojos
del alma y simplemente se dijeron ¡hola! Pero sus corazones latían con
intensidad, por fin estaban juntos, ¡Lo habían deseado tanto!
Caminaron en silencio, buscando un sitio tranquilo y seguro,
no se cuanto tiempo pasaron mirándose en silencio, hasta que un dulce y cálido
beso rompió el muro del pudor.