Los aromas de mi
abuela
El canto del gallo anuncia el comienzo de un nuevo día, y
ese olorcito a café y pan caliente que mi abuela preparó despierta los
sentidos.
Mientras yo remoloneo en la cama, escucho sus pasos
lentos, es ella que me trae el desayuno. Lo disfruto tanto ¡
Aún no me animo a levantarme, es que ese aroma a solcito
en las sábanas me invita a dormir un ratito más.
El jugueteo de las ramas contra el vidrio me hace
imaginar historias de fantasmas, tengo miedo, pero el ruido del carro del
lechero sobre el empedrado me distrae. A lo lejos se escucha el silbato de la
locomotora de vapor, ya son las diez, tendré que levantarme.
Es hora del almuerzo, la cocina se empaña de humos y
olores, el fuego del brasero tiñe de intenso negro las ollas de aluminio, la
sopa de gallina ya está casi lista, soy la primera en sentarme a la mesa, y
volver a escuchar esas historias que mi abuela recuerda una y otra vez.
Aprovecho la hora de la siesta para hacer travesuras, el
lugar ideal es el inmenso patio, tengo prohibido entrar al galpón de mi abuelo
_ Que habrá ahí dentro ¿ es muy tentador, no me quedaré con las ganas de
investigar, Uuh ¡ herramientas? Que aburrido ¡entrar al gallinero será más
divertido, recogeré los huevos para que los prepare pasados por agua. Que ricos
¡
El día llega a su fin, mi abuela dice que una tacita de
leche caliente con miel es lo ideal, y yo me duermo abrazada a la almohada de plumas de ganso, esperando un
nuevo día para disfrutar junto a ella.